Y el tiempo no para…  Y transcurre un mes del terrible y lamentable fallecimiento de nuestro amado Ruben Rodrigo Insaurralde. Un joven Ingeniero Mecánico que perdió su vida el 10 de Agosto del 2018 antes de un cambio de turno; en un puente Grúa de la planta de Ternium-Siderar-Ensenada del Grupo Techint.
Pasan los días, pero nosotros quedamos ahí, atascados, obturados en la sorpresiva muerte. Y el dolor implacable que lo inunda todo, cada rincón de nuestra mente y corazón. Éramos una familia joven y en expansión, donde la lógica de la muerte es por llegar a viejo, donde ahora todos los hermanos adultos nos honramos en vida y con orgullo los logros de todos, pero en particular de Ruben NUESTRO HERMANO MENOR, porque él nos cumplió el sueño a todos, de una familia humilde y trabajadora sale con sacrificio y perseverancia un joven y pujante profesional, INGENIERO MECÁNICO de la UNLP, que prospera en su profesión dentro de una monstruosa compañía como Ternium-Siderar-Techint. Y descubrimos de la forma más terrible la fragilidad del humano y la ingenuidad con la que vivimos, que si
vos lo das todo eso vuelve, te redunda, pero esa mirada honesta de la vida, no toca las corporaciones multimillonarias que pierden la humanidad en el camino.
Pero empezamos a tener mayor información de lo que pudo haber sucedido con Ruben y con la forma de trabajo en esta planta de Siderar.
La empresa nos dio su versión de los hechos, sin asumir responsabilidad, nos cuentan que no entienden por qué mi hermano siendo una persona profesional y equilibrada, se expuso por su propia iniciativa y voluntad (verificando un trabajo ya probado por otros) en un lugar de riesgo del puente grúa, y logrando que la fatalidad le enganche el arnés que tenía puesto provocando un atrapamiento que lo lleva a la muerte.
Asimismo desde el principio de la tragedia, nos llega el relato de trabajadores y representantes de agrupaciones donde nos cuentan cómo trabajan bajo constante presión de no parar las maquinarias nunca; ni para reparar, que  algunos puentes grúas tienen más de 50 años, es decir obsoletos, que muestran a cada rato lo viejos que están, por eso se rompen y se reparan (atalo con alambre) para seguir por el momento. Ni hablar de cambios estructurales. Que los protocolos de seguridad se corrompen en función de la lógica productiva imperante, de personal mínimo, de no parar, etc.;  y que las medidas de seguridad terminan siendo una trampa para el trabajador (como lo fue el arnés para mi hermano) solo conformando a la ART y la Empresa y no cuidando la vida de operarios.
En la justicia empieza un camino lento y burocrático, que tendremos que esperar mucho para lograr nos diga qué pasó con mi hermano.
Entonces ahora les hablo a los trabajadores que siguen ahí, en la planta de Ternium Siderar-Ensenada y en las otras que están en el país. La verdad de cómo se dan los accidentes, hasta fatales (como le paso a mi hermano) lo saben ustedes, porque ustedes las padecen. Entendemos las presiones por las que deben estar pasando. Vivimos acá, entendemos lo importante de un trabajo hoy para sus familias, pero no se puede naturalizar que dejes parte de tu cuerpo o hasta la vida por un trabajo. No se dejen ganar la dignidad de ser persona trabajadora, por la lógica empresarial de producción masiva. Ustedes no son un número, son vidas humanas, que merecen ser cuidadas y respetadas. Piensen es sus familias que los quieren con vida, en cada momento junto a ellos. Mi hermano ya perdió su oportunidad y con él nosotros; no va haber reparación económica o penal que nos lo regrese. Pero si ustedes hablan, dan testimonio y reclaman por mejores condiciones, Ruben no va a ser uno más que engrosa el número de muertos entre los trabajadores de Siderar.
Les escribo en nombre de mi familia, soy Adriana L. Insaurralde, hermana mayor de Ruben.