En el mundo, una de cada 10 personas mayores de 65 años padece Alzheimer, la causa de demencia más frecuente, y si bien no existe forma de prevenirlo es posible disminuir sus efectos llevando un estilo de vida saludable, según se informó en el marco del día mundial de la enfermedad Alzheimer, que se conmemora mañana.

«La enfermedad de Alzheimer es la principal causa de demencia, causando entre el 60 y el 80% de los casos a nivel mundial. La demencia comprende aquellos problemas de memoria, lenguaje, atención o razonamiento, que por su severidad impiden que una persona realice sus actividades cotidianas en forma independiente», explicó María Alejandra Amengual, médica neuróloga.

La especialista destacó que «el término «demencia» no implica, en este contexto, que se acompañe de síntomas conductuales o anímicos, aunque estos pueden estar presentes».

«El Alzheimer afecta al cerebro impidiendo el normal funcionamiento de las neuronas, lo que genera dificultades de memoria (especialmente para aprender nueva información), lenguaje, atención y pensamiento (las llamadas funciones mentales superiores o funciones cognitivas)», dijo la neuróloga, que es del staff del Sanatorio de Los Arcos.

Es una enfermedad lentamente progresiva, ya que los síntomas van apareciendo o acentuándose a lo largo de los años.

Los cambios microscópicos en el cerebro (entre ellos el depósito de la proteína llamada amiloide) empiezan a producirse hasta 15 o 20 años antes de la aparición de los síntomas. La sobrevida luego del diagnóstico varía en promedio entre 7 y 15 años.

«Es importante tener en cuenta que, si bien hay características generales que todos comparten, cada paciente es diferente: el impacto de la enfermedad, sus síntomas, la forma y velocidad de progresión son variables que hacen que cada caso sea particular», remarcó la experta.

Amengual, puso en foco una serie de recomendaciones para adelantarse a esta enfermedad:.

Diagnóstico

«En la entrevista inicial el neurólogo realizará un interrogatorio específico y detallado a fin de recabar información acabada de los síntomas (características, severidad, tiempo de evolución) así como de todos los antecedentes del paciente que puedan resultar relevantes. También se realizará un examen físico neurológico (evaluación de fuerza, reflejos, equilibrio, entre otros)», señaló.

La especialista indicó que «se realizará una evaluación cognitiva, que consiste en tests formulados para determinar, en forma específica, cada una de las funciones cognitivas y establecer si el paciente rinde dentro de los parámetros esperables para su edad y nivel de educación; en el caso que haya dificultades, permite determinar la severidad de las mismas».

Además, señaló que «las Neuroimágenes (Resonancia magnética o Tomografía computada de cerebro) brindan información de la estructura del cerebro y evidencian si el mismo presenta lesiones u otras alteraciones que expliquen los síntomas».

Tratamiento

La neuróloga afirmó que el tratamiento incluye dos aspectos básicos: farmacológico y no-farmacológico:
En cuanto al farmacológico, indicó que «si bien no existe actualmente un tratamiento que cure la enfermedad, existen ciertos medicamentos que pueden disminuir los síntomas cognitivos o retrasar su progresión al mejorar la comunicación entre las neuronas».

«Esto puede lograrse con 2 grupos de medicamentos: Los inhibidores de la colinesterasa (donepecilo, rivastigmina y galantamina) y la memantina. También se utilizan a menudo otros medicamentos orientados a control de los síntomas anímicos o conductuales que pueden aparecer en la enfermedad. En el último tiempo, se han realizado estudios con resultados positivos, que brindan esperanzas sobre el desarrollo de un tratamiento efectivo en los próximos años», añadió.

Sobre el tratamiento no farmacológico, manifestó en que «se basa en cuatro pilares».

Seguir una dieta saludable con bajo contenido de grasas y alto contenido de frutas, vegetales y pescado, asegurando una nutrición equilibrada.

Realizar actividad física en forma regular brinda múltiples beneficios en la cognición, el ánimo y la salud en general (mejora la diabetes, los problemas de colesterol, la presión arterial).

Participar de actividades sociales.

Estimulación cognitiva, ya sea individual o en forma de talleres grupales, con el fin de estimular las funciones afectadas así como generar estrategias para compensar las dificultades en lo cotidiano.

«Estos cuatro pilares también son fundamentales para hablar de prevención. Es importante mantener un estilo de vida saludable, que incluya una dieta equilibrada, actividad física, intelectual y social», comentó.

Amengual indicó que «a esto se le debe sumar la prevención de factores de riesgo vascular, ya que todo lo que le hace bien al corazón también beneficia al cerebro: evitar el tabaco, realizar controles médicos regulares para detección precoz y manejo adecuado de la hipertensión arterial, la diabetes y el exceso de colesterol».

«Un diagnóstico precoz y acertado es fundamental dado que permite brindar un pronóstico y garantiza iniciar el tratamiento farmacológico en forma oportuna. Así, el paciente puede tomar decisiones que modifiquen su estilo de vida con pautas de manejo a futuro. Además, permite prevenir riesgos que pudieran depender de olvidos u otros síntomas cognitivos; permite a la familia comprender lo que está pasando con el paciente desde los inicios de los síntomas y acompañarlo de la mejor manera», concluyó la especialista.