La irradiación de alimentos es una técnica con la que se trabaja en Argentina desde hace más de 30 años y es un proceso que permite no sólo conservarlos sino alargar su vida útil.

En este sentido, analistas consideran que con un marco regulatorio propicio, esta tecnología puede llegar a convertirse en una herramienta para potenciar la industria en términos comerciales, tanto en el mercado interno como externo.

En Argentina, la irradiación de alimentos se considera en un estadio avanzado, ya que se ha modernizado el Código Alimentario, sin embargo hoy hacen faltan políticas de fiscalización específicas que permitan un mejor aprovechamiento de estos desarrollos.

Esto es a partir de marcos regulatorios claros que no sólo trabajen en función de las necesidades del país de destino, sino que considere los beneficios en términos económicos y comerciales asociados al uso de este tipo de procesos de conservación.

Tecno Fidta 2018, la 14° Exposición de Tecnología Alimentaria, Aditivos e Ingredientes, tendrá lugar del 18 al 21 de septiembre en el Centro Costa Salguero de esta Capital.

Daniel Perticaro, presidente de la Asociación Latinoamericana de Tecnología de la Irradiación brindará una conferencia sobre la irradiación de alimentos en América Latina–Mejoras en la calidad Alimentaria para la Competencia Internacional.

La utilidad básica de la irradiación de alimentos radica en el control de micorooganismos descomponedores, para alargar la vida comercial y de los patógenos para evitar las enfermedades transmitidas por los alimentos (ETA´s).

Se trata de una industria que desde hace unos 15 años se encuentra en constante crecimiento y desde la cual se llegan a tratar más de mil toneladas de condimentos y especias irradiadas, entre éstas: ají molido, pimentón, pimienta, albahaca, orégano, perejil, entre otros productos.

Los productos que ya estaban permitidos para irradiar desde hace más de 30 años son: papa, cebolla, ajos, frutillas, vegetales deshidratados, especias y condimentos, hongos secos y espárragos.

Sin embargo, a partir de la reforma del Código Alimentario Argentino (CAA) del año pasado, se logró la aprobación en clases, que incluyen carnes, pescados, pollos y otras líneas de productos.

«Por lo que, si se considera que el costo de aplicación de esta tecnología representa sólo entre el 5 y el 10% de lo que cuesta el alimento, es posible proyectar que uno de los beneficios de una correcta implementación de esta tecnología, impulsada con un correcto marco fiscal y regulatorio, sea la posibilidad de exportar mayor cantidad de alimentos a un menor costo, dado que los productos tienen una mayor vida útil», indicó Perticaro.