«¡Vamoooos!» gritaron las cientos de personas que esperaron la votación en la esquina de Rivadavia y Callao al escuchar que el presidente de la Cámara, Emilio Monzó, anunciaba la aprobación por apenas cuatro votos de diferencia.

«Tengo mucha emoción, estuvimos hasta anoche, muy tensas, pero juntas con las compañeras apoyando esta ola enorme que está creciendo desde hace años», le dijo a Télam Florencia, mientras otra chica que pasa festejando grita «¡Este es nuestro mundial!».

«¡Y ya lo ve, y ya lo ve, para los machos que lo miran por TV!», cantaba otro grupo entre los restos de la noche que quedaron esparcidos por Callao.

Entre gente que deambulaba envuelta en frazadas y esquivando lo poco que quedaba de las fogatas de la noche, los que apoyaron la ley seguían cantando «¡aborto legal, en el hospital!». Mezclados entre mujeres y adolescentes, varios hombres no tuvieron ningún pudor en sumarse con lágrimas de emoción.

Con la voz quebrada, Andina Nachón, de 47 años, cuenta que la primera vez que fue a una marcha de mujeres fue en 1985 y aunque no milita en ninguna organización, no puede contener la emoción: «Se hizo realidad lo imposible, esto es maravilloso, estoy muy feliz».

Del otro lado de la plaza, desde Hipólito Yrigoyen hacia Belgrano, donde se concentraron los llamados grupos «pro-vida», todo era desolación.

Apenas unas cien personas esperaron allí la votación. Conocido el resultado, un grupo de quince se arrodilló ante las puertas del anexo del Senado. Con una imagen de Cristo, rezaron entre llantos, mientras una monja se tomaba el crucifijo y gritaba.

Hubo también algún momento de tensión cuando un par de chicas con los pañuelos verdes que ya se iban de la plaza, fueron cruzadas por un hombre que les gritó «asesinas».